Catalunya Barcelona Film captures Carme Sole Vendrell's reflections on her family's history.

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Carme Solé Vendrell

Entrevistado el 15 de mayo de 2017 para la serie documental Catalunya Barcelona.

¿Cómo te llamas y cuándo naciste?

Me llamo Carme Solé Vendrell y nací el agosto de 1944 en Barcelona, en el barrio de Horta, sí.

¿A qué te dedicas? ¿Qué te gusta?

Hace casi cincuenta años que me dedico a hacer libros para niños, ilustraciones y también he hecho los textos de algunos.

Y después, hace veinte años, a raíz de un libro que se llama ‘Els Nens del Mar’ [Los Niños del Mar], empecé a pintar niños gitanos, niños de la calle.

Y después, a partir de otro cuento que ilustré, un poema de Bertolt Brecht que se titula “La Cruzada de los Niños”, empecé a pintar niños de guerras. Y esto es lo que pinto actualmente.

Los niños de guerras o niños que están siendo explotados. Sobre todo niños refugiados, niños que viven situaciones que violan sus derechos.

Y después, últimamente hago una campaña que se llama “Why?” con Jaume Escala, él es con quien colaboro. Pinto retratos que colgamos en la calle, en los balcones de la ciudad de Barcelona y de otros sitios.

Plantea la pregunta “Why?”. ¿Por qué los derechos de los niños no están siendo respetados? ¿Por qué tienen que sufrir los niños, sufrir el dolor y maltrato de los mayores? Que es lo que sucede normalmente.

Estás muy centrada en este trabajo con los niños, ¿cómo recuerdas tu infancia?

Mi infancia fue la Guerra Civil. Por un lado, el catalán era un idioma que estaba prohibido pero nosotros lo hablábamos en casa e incluso en la escuela y en la calle. Pero hablar catalán era un problema. Nosotros estudiamos en castellano por imposición del gobierno.

Pero tengo un recuerdo feliz de la mayor parte de mi infancia. Es decir, mi familia estaba socialmente comprometida al barrio, hacíamos teatro. Yo he hecho teatro desde muy pequeña, es mi gran pasión.

He sido actriz muchos años hasta que tuve que escoger si era actriz o si hacía libros y me dedicaba a las artes plásticas. Tengo un recuerdo feliz de mi infancia.

Lo único que pasó fue que mi madre estaba muy enferma. Tenía tuberculosis y murió cuando yo tenía nueve años. Eso me ha marcado en la vida. Quizás por eso me he dedicado a los niños.

Por un lado, mis libros, los que yo he podido hacer y escoger, los que yo he propuesto que traten temas que den respuestas a los niños, como la muerte o la soledad.

Y después, estos niños a los que yo me he dedicado me han pedido que les pinte.

Esta sensación, la ilustración es un trabajo muy intelectual, hay que pensar muy bien cómo lo harás, cómo te explicarás para plasmar en imágenes lo que está escrito.

En cambio, la pintura nace en mí de una necesidad, veo a un niño en el periódico o en la televisión o en internet que me llama la atención y me dice que le pinte y es al niño que pinto.

Todos los niños que pinto son de verdad, no me los invento porque creo que me están diciendo “dame voz, haz que alguien me escuche”.

Supongo que muchas de las cosas que expresan estos niños yo las tengo un poco dentro de mí por el hecho de que mi madre muriese.

Yo tenía nueve años y es un vacío que has tenido toda la vida, la persona que te ha faltado.

De pequeña, cuando te pasa eso, por un lado, creces de verdad y por el otro, hay una parte de tu niñez que se queda allí.

 

Así, debes estar solo para poder trabajar, sino te despiden.

Mencionas libros en catalán de la iglesia y hacías teatro como diversión, ¿qué leíais? ¿qué tipo de libros leíais en catalán, castellano u otros idiomas?

Por ejemplo, leíamos libros de principio del siglo pasado. En Cataluña, había una gran tradición de ilustradores y de libros para niños.

Había ilustraciones de Mercé Llimona, de Lola Anglada… Todos estos libros formaban parte de nuestra educación.

Eran los que teníamos porque todo esto se cortó durante la guerra. En ese momento, estaba Folch i Torres, que era un escritor al que se permitió seguir escribiendo en catalán porque no era nada agresivo. Era muy bueno pero muy formal.

Ilustrado por un ilustrador llamado Junceda. Estos libros fueron una gran parte de mi historia.

También leíamos libros en castellano, naturalmente. Los clásicos de Verne, todo lo que había en ese momento, que tampoco es que fuese gran cosa.

¿Cómo recuerdas tu barrio de la infancia y cómo ha cambiado desde entonces?

Mi barrio era un pueblo y a principios del siglo pasado, se anexionó a Barcelona. Aunque los que somos de allí decimos que vamos a Barcelona cuando bajamos. “Bajamos a Barcelona” o “vamos a Barcelona”, como si Horta no formase parte de Barcelona. Esto pasa con Sarrià y también con otros barrios.

Lo que me gusta de ese barrio es que conoces a mucha gente, desde siempre, es como una gran familia, en realidad.

Yo no vivo allí ahora pero cuando voy no llego al destino, me encuentro con muchas personas que conozco por el camino.

En este sentido, la vida de barrio ha cambiado porque se ha hecho mucho más grande pero la gente de Horta tenemos una dicción característica, a mí mucha gente me pregunta si soy de Girona, por ejemplo, porque no hablo un catalán de Barcelona, este que tiene las “a”s muy abiertas. Es un catalán que es más rico en sonidos y se distingue del de Sarrià.

Los que son antiguos pueblos todavía mantienen un poco esta dicción, que se va perdiendo. Se va perdiendo porque cada vez hay más gente de otros barrios que va allí a vivir. Pero tenemos este acento diferente. Ha cambiado, pero en el fondo, hay una zona que todavía sigue siendo muy parecida.

Ahora hablas de la dicción y los acentos como cuando has mencionado que el teatro es algo persona. ¿Conoces la obra de Pigmalió, adaptada por Joan Oliver?

Sí, yo hice de Pigmalió.

¿Podrías hablarnos de eso?

Hice ese personaje, incluso me sé trozos.

Yo hice de chica protagonista…

Esta obra de Joan Oliver, “Pigmalió”, la traducción la presentamos donde yo hacía teatro, que era en los “Lluïsos d’Horta”, y yo interpreté el personaje de Pigmalió.

Es una persona de la calle y a la que quieren educar como una gran señora.

Ella tiene un vocabulario de barrio, de la calle, que se le escapa. Recuerdo que había un trozo que decía “que les den a los peatones”.

Es una frase que fue controversa allí porque decían que lo de “que les den” no debía decirlo pero lo acabé diciendo porque lo decía el texto.

Es una obra muy divertida y también muy interesante por lo que explica de las diferentes maneras de expresarse dependiendo de dónde has nacido.

Incluso dentro de la misma ciudad, la gente que tiene cierto poder adquisitivo aquí, en Barcelona, muchos hablaban en castellano, “porque hace más fino”.

En cambio, la gente de barrio hemos seguido hablando en catalán.

La gente normal y sencilla es la que ha mantenido siempre este idioma, la gente de pueblo.

Esta obra y el hecho de que usted hable tanto el catalán de toda la vida me ha llamado la atención por estas pequeñas acepciones culturales por el hecho de utilizar el catalán, que lo decían en los libros de niños, en las obras de teatro porque no era controverso.

¿Qué otras excepciones recuerda, antes de la muerte de Franco, respecto al “uso oficial” del catalán?

Lo he entendido…

¿Qué eran excepciones culturales del uso del catalán en público, como esta obra de teatro y otras que recuerde?

El teatro era uno de los lugares donde más se fue introduciendo el catalán.

Después se hicieron unas revistas para niños que se llamaban “Caball Fort”, “Tretze Vents”, que lo que intentaban era fomentar el catalán entre los niños pero esto ya era en los años sesenta.

Desde los cuarenta hasta los sesenta, hubo un vacío muy grande en este sentido.

Después también se empezaron a hacer libros para niños con la renovación pedagógica, que fue una época en la que se hacían libros muy bien hechos para la escuela, con las escuelas del CEPEPC, que eran las que formábamos quienes queríamos educar a nuestros hijos de otra manera y en catalán.

Hacíamos cooperativas de padres y maestros y entonces se creaba este tipo de escuelas, que no estaban subvencionadas y éramos los padres quienes teníamos que pagar la escolarización de los niños.

Después pasaron a ser públicas, ya en los años ochenta.

Todo esto era la base social que iba haciendo que el catalán fuese abarcando espacios y que fuese conquistando pequeñas parcelas.

También estaba la canción, el movimiento de “La Nova Cançó”, que empezó para que la gente cantase en catalán.

Era un tipo de canción de protesta, normalmente.

María del Mar Bonet, por ejemplo, cantaba canciones más populares pero era una forma de recuperar la música para la gente, la música en catalán.

¿Cómo era el vínculo con la iglesia y el vínculo familiar, cultura y social con la iglesa?

Era muy fuerte, este señor no es que fuese a la iglesia, es que cuando se acababa la misa, él llegaba con estos libros.

Supongo que él no iba a misa y ponía los libros en venta. Eran baratos para que la gente los pudiese comprar.

En mi casa, eran personas como todo el mundo en esa época.

Todo el mundo era gente de iglesia. Muchos por la fuerza. En mi casa era por voluntad propia.

Eran personas comprometidas con la consciencia social que tenían, quiero decir que esto es algo que yo agradezco.

Tenían creencias religiosas y no eran de los que iban a misa y después hacían otra cosa. Es decir, eran coherentes con lo que creían.

A mí me educaron con ir a misa cada domingo y todo eso.

Lo que pasa es que claro, hay un momento en el que tú quieres más respuestas, eso no te es suficiente.

Porque cuando algo es por obligación, si no lo entiendes, no acaba de ser…

Lo que creo que es el mensaje de Jesús y del cristianismo sigue estando vigente en mí.

Ahora ya no voy a misa, hubo un momento en que rompí con eso porque es duro tener tanta obligación.

Es decir, en ese momento, todo se hacía alrededor de la iglesa. Se hacían procesiones, todo lo que era la acción de todo el barrio era en la iglesia.

Y claro, poco a poco, en los años setenta ya empezó a disgregarse, la gente ya no iba a las procesiones, todo se diluyó de manera natural, como debía ser.

Aquello era algo del régimen, es decir, la gente que no iba a misa estaba vigilada, era una obligación para algunos para poder sobrevivir.

No todo el mundo se lo creía pero mucha gente iba.

Por ejemplo, mi abuelo no iba.

Es decir, mucha gente que no era religiosa o no era católica podía hacerlo. El conjunto de la sociedad sí que vivía entorno a eso.

Me ha llamado la atención el personaje de tu abuelo como agnóstico, ateo, anticlerical. ¿Cómo eran las historias que te explicaba, tanto creencias como anécdotas?

Mi abuelo no hablaba mucho, era un hombre que no… En casa, era mi abuela quien llevaba…

Mi abueno era un señor que había sido conductor de tranvía de joven, había desempeñado todos los oficios posibles y fue a Cuba con su cuñado a hacer fortuna.

Vivió muchos años en Cuba. Mi padre, de pequeño, no tenía a su padre y cuando ocurrió el Crac de 1929, volvió con muy poco dinero porque lo perdió todo allí.

Era el otro, su cuñado sí que era alguien… Él fue como trabajador, digamos.

Era un hombre muy callado pero que, durante la época de la República, fue alcalde del barrio de Horta.

Quiero decir que era una persona comprometida pero durante la República.

Después, con el Franquismo, mi abuelo hizo vida en casa y ya está. Era muy poco hablador, es decir…

Por ejemplo, mi abuelo tenía un primo que fue el fundador del PSUC. Por lo tanto, él tenía otra forma de ver las cosas.

Este señor murió en prisión porque él también quería ser otro tipo de…

Fue a Rusia y vio lo que se hacía allí y volvió horrorizado y se dijo “esto debe hacerse de otra forma”.

Y bueno, aquí le denunciaron sus propios compañeros y murió en prisión.

Mi abuelo era un hombre silencioso pero siempre sonreía.

Murió no muy mayor, pero bueno, yo le pude conocer suficientemente bien.

Pero sí, mi abuela era la que iba a misa, mi abuelo no.

¿Nunca dijo cosas de que ellos creían solo porque tenían que creer?

No, también era respetuoso. Supongo que tampoco quería provocar muchos conflictos en su casa, ¿no? Porque mi abuela era fuerte.

Cosas cotidianas como comidas especiales, juegos… que hicieseis de pequeños, ¿los recuerdas?

Sí, recuerdo algunas cosas.

Por ejemplo, los lunes jugábamos a hacer el teatro que habíamos hecho los domingos.

Eso era algo muy típico, y nos vestíamos con el delantal del colegio y todo. Nuestro juego en la escuela era el teatro.

Después, los juegos que hacíamos… Jugaba mucho a la pelota, a mí me gustaba mucho jugar a fútbol, a baloncesto y todo eso, pero sin porterías ni nada, jugábamos entre dos árboles. Y el juego terminaba cuando colábamos la pelota en casa de los vecinos. Entonces nos decían que no podíamos hacer eso.

Pero jugábamos a los típicos juegos: al pilla-pilla, al escondite… A las “balas”, que en castellano, se dice canicas.

Hay un cuadro de Brueguel en el que aparecen niños jugando a esto. Es curioso, ¿no? Es decir, que es un juego que viene de hace mucho tiempo.

Después, ¿a qué más jugábamos…? A lo de la pared, a girarse, a la rayuela…

Y en casa, montábamos todo lo que fuese posible para jugar a las casitas y a familias y lo que fuera. Y cuando ya lo teníamos todo organizado, lo desmontábamos porque era la hora de comer.

Una cosa muy divertida que hacíamos en mi casa era explicar “aventis”. Explicar aventuras. Nos sentábamos todos y explicábamos aventuras inventadas, las llamábamos “aventis”.

Después teníamos las casitas de madera, las llamábamos “Maques Tonteríes” [Tonterías Bonitas]… Le poníamos nombre a todo, era muy divertido.

Dices que tu abuelo era muy callado pero ¿recuerdas antiguas historias que otros miembros mayores de la familia explicasen del pasado en Barcelona, de cómo han cambiado las cosas?

Sí. Por ejemplo, recuerdo claramente que la gente antes no se casaba por amor.

Recuerdo que mi bisabuelo tenía una amante, se ve. Y mi bisabuela, si llovía, le iba a buscar con un paraguas para que no se mojara. Es decir, que era algo que tampoco era tanto como podía serlo después. La gente vivía de una manera más natural.

Por ejemplo, cosas que recuerde…

De la familia. Por ejemplo, mi abuelo materno vino del pueblo con un carro porque era de Valls. Vivían en Vallmoll.

Y vinieron en carro, es decir, fueron inmigrantes dentro de la misma Cataluña. Allí ya no podían vivir, así que vinieron aquí y se instalaron en el barrio de Horta. Tenía cabras.

Murió de un ataque al corazón porque un tren mató a unas cabras que tenía y él pensaba que otro compañero suyo también había sido atropellado por el tren y se murió a los 32 años.

Era de una familia que vivía donde se fundaron los Mossos d’Esquadra. Y eso es algo que tenemos que investigar bien.

Parece que cuando murió su padre, que también murió muy joven, a mi bisabuela, el que era el administrador les quitó todo. Entonces, se tuvieron que buscar la vida sin nada. Gente que tenía una cierta posición.

¿Qué más en la familia? Hay muchas cosas, pero ahora…

Que mi abuelo era famoso cuando era conductor de tranvía porque era muy puntual. Eso dicen.

Después, mi abuela paterna tocaba el piano. Tenía toda la carrera, aunque era una familia bastante sencilla pero, en cambio, culturalmente, mi familia siempre ha sido muy…

Mi madre, aún y habiendo perdido a su padre, eran cuatro hermanos. Tenían una tía soltera que era modista y les pagó la carrera a todos.

Mi madre estudió, hizo toda la carrera de piano en el Liceo.

Es decir, era gente con pocos recursos pero con inquietudes culturales, por ambos lados, y eso es lo que nos ha llegado a nosotros.

Hablas de esta influencia cultural muy fuerte. ¿Cómo ves que te haya afectado profesionalmente, siendo mayor?

Yo creo que esto te conforma.

Es decir, todo lo que has vivido de pequeña… Los primeros años de la vida, sobre todo, son los que marcan, ¿no? Marcan un poco quién seremos.

Si has vivido en un ambiente de cultura, necesitas la cultura para vivir.

No puedo imaginar no leer, es decir, es algo que forma parte de mis necesidades más esenciales.

A mí me ha marcado mucho este peso de la cultura que tienen mis antepasados y que me han transmitido.

Por ejemplo, fíjate qué cosa tan contradictoria, como mi madre murió y ella solía decir que le gustaría que yo aprendiese a dibujar porque se ve que de pequeña ya dibujaba bien.

Y por eso, cuando terminé la escuela, fui a la escuela Massana a estudiar pintura y dibujo. Pero a mí me metieron a estudiar comercio con un…

Al hacer comercio, y nada más lejos de la manera en que veo yo la vida, porque no entendía nada de lo que estudiábamos allí.

Me sirvió el francés, escribir con todos los dedos, pero poco y nos enseñaron muy bien a redactar, eso sí.

Pero lo que estudié no me sirvió mucho más.

Me pusieron a estudiar porque las chicas teníamos que ir a trabajar y eso era lo máximo, se ve.

El hecho de estudiar para ser secretaria.

Pero claro, a mí me pusieron a trabajar a los 15 años y un día y allí moría yo, me ahogaba en ese espacio.

Es decir, en cuanto pude. Fui a trabajar a un taller de cerámica y allí ya era diferente.

Ya había un ambiente artístico, un ambiente…

Allí trabajaba un ceramista muy popular en esa época, Jordi Aguade, que todavía vive, una persona muy interesante.

Y allí organizaban cine fórums, en el taller. Me acuerdo de que vimos El Acorazado Potemkin allí, vimos muchas películas y también organizaban recitales de poesía, de canciones.

Empecé a formar parte de otro ambiente. Este señor también es del barrio de Horta, vivía a cinco minutos de mi casa.

Y allí, también conecté con otro tipo de cultura.

De gente de un nivel diferente que también tenía unas raíces culturales diferentes.

En el barrio se hacía mucho, había mucha gente con inquietudes culturales, no era un barrio…

Yo creo que Barcelona tenía bastante de eso.

Es decir, que es lo que nos ha salvado, un poco.

Aquí acabas de decirlo, prácticamente, que este aspecto cultural es lo que parece la cultura de Barcelona. ¿Crees que, en general, Barcelona da apoyo a las artes y a los artistas?

No.

Totalmente no. Yo creo que aquí se hace arte y teatro y todo eso gracias a la gente.

No hay mucha cultura y fíjate que, en las campañas electorales, prácticamente ni se habla de esto.

La cultura está muy desasistida, y lo digo con todas las letras.

A veces, según quién hay en las instituciones, se nota una cierta ayuda. Se hacen cosas, teatro griego, festivales pero asistir a los artistas, a que la cultura pueda salir.

Porque si hay algo aquí es talento artístico, es algo que nadie duda porque con el teatro y todo, hay mucha gente con talento artístico.

Pero mucha gente tiene dificultades para poder seguir adelante y pienso que la cultura no se valora todo lo que se debería porque, en el fondo, es lo que nos hace diferentes, lo que nos permite expresarnos como pueblo.

También ha habido mucho provincialismo, a mí entender. Todo lo que viene de fuera es bueno, todo lo que es anglosajón, aquí nos ha fascinado mucho.

Aunque Barcelona es una ciudad abierta y no parece que sea provinciana, yo creo que sí lo es, en muchos niveles.

Aunque aquí, la gente es generalmente abierta.

Creo que Barcelona siempre ha tenido esta característica.

Se habla mucho de que en Cataluña hay mucha afinidad por la tierra, dicen que es donde crece el espíritu catalán.

Muchas veces, se menciona el cuadro de Joan Miró, La Granja, la que está en una roca, ¿sabes?

Sí.

¿Crees que lo del espíritu catalán está relacionado con la tierra? ¿Se aplica o no? ¿Todavía es verdad?

Yo creo que sí, que la tierra tiene mucha importancia en Cataluña.

Nosotros nos sentimos de aquí, ¿no?

Hay un arraigo con el país pero en un sentido físico, nunca había pensado en eso.

Yo creo que sí, que en Cataluña, la tierra es muy importante para nosotros. El territorio.

Lo que pasa es que cuando vives en la ciudad, prácticamente, si no sales, ni la ves, ¿no? Pero yo pienso que sí que tiene fuerza.

Y además, tenemos la suerte de tener un territorio que tiene de todo: mar, montaña, alta montaña, partes de campo… Puedes encontrar todo eso en un territorio muy pequeño.

Es un país bonito.

Y en casa, ¿cómo ha cambiado la forma en la que habláis de política? Desde lo que sentías de pequeña hasta ahora.

Cuando era pequeña se hablaba en voz baja. No oías hablar de política.

Yo, por ejemplo, escuchaba hablar al primo de mi abuelo pero nunca nos hablaron de eso a nosotros.

Después, durante los años sesenta, la política era muy importante. Teníamos el espíritu de ir en contra de la dictadura.

Y esto duró mucho hasta los primeros años de la democracia, que todavía luchábamos por tener un estatut, para tener muchas cosas que se habían perdido y que se tenían en la época de la República.

Incluso Cataluña tenía fantásticas escuelas y en España también durante la República.

Cataluña tiene una tradición educativa muy importante, el padre de la escuela moderna se llama Francesc Layret y es catalán.

Claro, cuando en el año 1975 todavía se ejecutaba a personas en el régimen Franquista, nosotros luchamos mucho en contra de todo eso. Y después, la democracia nos pareció que nos lo brindaba todo y nos deshinchó, ¿no?

Dejamos de luchar porque ya parecía que…

Y resulta que no, que en la democracia siguen siendo los mismos los que mandan y no… Sí, en teoría hay libertades pero la manera en que se…

Ahora todo está focalizado, si Cataluña independiente, si no… Es decir, siempre ha habido focos para poder discutir de política.

Pero aquí se discute y, además, muy acaloradamente. Es algo que nos afecta muy profundamente.

Porque, en el fondo, este respeto por la lengua todavía no está. Es decir, todavía parece que hablemos en catalán para fastidiar, cuando es nuestro idioma.

Desde la perspectiva española, no se entiende que se pueda hablar otra lengua y que consideremos que es la nuestra.

Que la otra está muy bien saberla, es fantástico saber dos idiomas. Pero en realidad, es una lengua impuesta. No es la nuestra.

Y claro, hasta que esto no se respete, no puede haber entendimiento. Yo creo que es el punto clave, es el respeto por la diferencia, que no existe.

En cuanto a literatura y las artes, ¿hay algún artista catalán que te guste particularmente?

En el arte, por ejemplo, yo creo que el pintor que más me transmite es Joan Miró.

Joan Miró puede ser difícil de entender al principio, a mí me costó, al principio, no lo entendía.

Pero cuando haces el “clic” y empiezas a ver su obra, la escultura, todo lo que ha hecho.

Creo que tiene una parte espiritual muy importante. Espiritual de espíritu, no de Cristianismo ni nada.

Cuando conectas, te da un gran bienestar.

Para mí, Joan Miró es el pintor por excelencia.

Después claro, hay muchos artistas actuales. Por ejemplo, a mí me gusta mucho Miquel Barceló, me gusta la pintura de mucha gente.

Pero si tuviese que decir uno, para mí, Miró ha tenido la capacidad de expresar su mundo de una forma que solo él ha podido plasmar. Y ahora, si alguien pinta así, parece que se copie de él, ¿no?

Es decir, ha sabido sacar de él mismo… Picasso se lo decía, “yo pinto lo que veo, tú pintas tu mundo”.

Es diferente, ¿no?

Creo que fue un grandísimo pintor.

También era como un niño. Esta parte de niño creo que es la que él sabía plasmar en esculturas y que, cuando las miras, siempre acabas sonriendo porque hay mucho sentido del humor en ellas.

Miró tiene todo esto.

Y después, escritores…

Pues de escritores, a mí me gusta Espriu, de escritores contemporáneos, Jesús Moncada, María Barbal, hay muy buenos escritores en Cataluña que han hecho para que su lengua no se perdiese.

Han seguido apostando por el idioma. De poetas, Salvat Pappasseit.

En la época de los años veinte y treinta, toda esa generación hizo grandes traducciones; hay grandes traductores en Cataluña. Tenemos las obras maestras de Shakespeare perfectamente traducidas.

Es decir, hay una cultura propia muy potente.

Ahora mismo parece que el artista catalán más internacional sería Gaudí. Básicamente, por el marketing que se está haciendo con Gaudí. ¿Qué opinas?

Hombre, Gaudí fue un genio, fue un hombre… En esa época había grandes arquitectos.

Cataluña tuvo la suerte de que estos “indianos” fueran a Cuba y volviesen ricos y apoyasen la cultura. Los burgueses apostaron por la cultura. Barcelona no sería lo que es si no fuese por eso.

La Barcelona que todo el mundo admira es gracias a que hubo gente que apostó. Ahora no… Ahora nadie apuesta por la cultura, los burgueses se compran coches. Es decir, es otra cultura.

Pero yo creo que Gaudí es genial, es decir, era un hombre que te guste más o menos, pero a mí, por ejemplo, una de las cosas que más me gusta de Gaudí es el Parc Güell.

Esas columnas, donde hay un pasadizo con una especie de palmeras, el banco.

Pero él también contaba con unos magníficos artesanos. En esa época, había artesanos muy buenos, paletas a los que él les decía: “Esto tenéis que hacerlo así, el “picadillo”. Y eran ellos quienes lo hacían, no era él quien iba poniendo pieza por pieza. Es decir, era un bloque de gente.

Por ejemplo, los paletas catalanes iban a París a hacer escaleras porque hay esta vuelta catalana que permite construir escaleras sin necesidad de poner ni hierros, ni vigas, ni nada. Solo la vuelta, tal y como está hecha, ya se aguanta. Y es la vuelta catalana, es una cosa típica de aquí, por lo tanto…

Por ejemplo, la Sagrada Familia es una locura. Yo recuerdo a un amigo inglés que dice “Crazy cathedral”… de “loca”, ¿no?

Pero realmente, yo me maravillé con la parte interior, no me imaginaba que fuese a gustarme tanto, porque por fuera tampoco me entusiasma mucho, creo que es tan exagerado que…

Pero él era genial como creador.

Ahora claro, vas por estas tiendas del gótico donde hacen todo eso pero, si él lo viera, se volvería a morir, eh.

O sea, seguro que él no soportaría eso. Ya no tiene nada que ver con Gaudí.

Ahora que has mencionado la Sagrada Familia, siempre me viene a la mente lo que decía de que ojalá lo enmendaran. ¿Tú qué piensas de la representación de Barcelona desde fuera, como han hecho otros artistas literarios?

Yo creo que cada uno ha de expresar su punto de vista y las cosas son, en realidad, como las vemos.

Esto es como cuando tú percibes un cuadro, a ti te transmitirá una cosa, tristeza, alegría y a otro le dará miedo o no lo entenderá. Con las ciudades ocurre lo mismo.

Yo creo que esta gente que ha dado una visión de la Barcelona que ellos han visto es una parte de la Barcelona que seguro que existe.

Pero es como en todos lados, hay de todo.

Lo que sí que es una visión de fuera. Es interesante porque a veces es más clara que la que podríamos ver nosotros mismos, que estamos tan metidos en ello que la hemos convertido en nuestro día a día.

Sobre tu trabajo, mencionaste que una de las primeras cosas que hiciste fue trabajar con niños gitanos. Como hace veinte años, algo así.

Sí.

¿Cuál crees que fue la influencia de la cultura gitana en Cataluña?

Cataluña ha tenido a uno de los grandes artistas gitanos, por decirlo de alguna manera, tanto en flamenco, que es por lo que más se les conoce, grandes artistas como Carmen Amaia, que fue fantástica. Una mujer extraordinaria, “bailaora”, ¿no?

Después, está todo el barrio de Gracia, que está lleno de gitanos catalanes que hablan catalán, se han afincado, se han aposentado pero siguen manteniendo su idiosincrasia.

Los gitanos siempre son diferentes, ¿no?

Formaron el somorrostro durante una época, todos vivían allí, los marginados, por decirlo así.

El pueblo gitano ha formado parte de la historia de Barcelona. Por ejemplo, en la calle de la cera, todo el barrio del Raval, allí vivían muchos gitanos, “El Pescaílla”, por ejemplo…

Después, la rumba catalana está hecha por Peret, que es un gitano de aquí.

Hay mucha…

Lo que pasa es que durante mucho tiempo pareció que esto fuese algo que no tuviese nada que ver y no es así, forma parte de nuestra cultura.

Y además, es una parte tan auténtica que bueno, para mí no se puede obviar que es nuestro también.

Y que tenemos que quererlo igual que a lo otro poerque es muy auténtico.

Cuando ves a una persona cantar el “cante hondo” por ejemplo, todo lo demás desaparece. Tiene una fuerza extraordinaria.

Es de las cosas que pienso que debemos estar contentos de tener, que forme parte de esto, de nuestra cultura.

Hay tradiciones más reconocidamente catalanas como el baile de la sardana o los castells, la recuperación folclórica.

La sardana no es muy antigua. Es algo que se hizo y forma parte de nuestra cultura pero yo creo que se vive más en algunos pueblos, por ejemplo, en la Escala, que tienen una manera propia de bailarla, bailan con los brazos arriba siempre, nunca los bajan.

Y a mí me gusta la sardana cuando es popular, cuando la bailas con un niño y le tienes que coger por aquí, con otro… Cuando las edades se mezclan y todo el mundo en el pueblo lo baila.

Todo se pone en el medio, toda la ropa, y la gente baila alrededor de esta. Porque cuando bailan la sardana purista, es horrible.

A mí me parece muy fría, no tiene esta fuerza que tiene cuando la baila la gente.

Esto por un lado.

Lo de los castells es un fenómeno que creo que forma parte de esta Cataluña, que para mí, es lo mejor que tenemos, que la gente se agrupa para hacer cosas.

Es decir, es una parte que agrupa a todos los estamentos de la sociedad, desde la gente mayor hasta los niños más pequeños. Todos van a una.

Yo creo que esa es la fuerza de Cataluña. Cataluña es el lugar que tiene más asociaciones del mundo, más clubs deportivos, más gremios, desde…

Estas tradiciones han existido desde la Edad Media.

Y esa es la fuerza de Cataluña.

La gente que tiene la capacidad de agruparse para hacer cosas.

Y es muy “acuariano” en ese sentido, la “era de acuario”, que es en la que parece que la humanidad ha entrado.

Que es sobre compartir, de hacer cosas en grupo, que el individualismo ya no tiene mucho sentido, ¿no?

Si queremos avanzar como humanidad tenemos que juntarnos, solos no podemos.

Háblame un poco de tu evolución como artista, trabajando, ¿cómo ha cambiado desde que empezaste tu carrera artística en los años 70?

En los 60.

Yo empecé a finales de los 60. En 1968, hice mi primer libro y hacía muchas cosas, hacía cosas para casas de muebles, hacía cuadros, hacía de todo un poco para poderme dedicar solo a eso.

Y, durante muchos años, me dediqué solo a hacer libros, a parte de hacer teatro amateur, que eso siempre estaba allí.

Y después, lo que siempre buscaba era la libertad dibujando porque yo siempre he sido muy estructurada con el dibujo.

Y bueno, a finales de los 80, cambié mi vida completamente, me separé, dejé el barrio…

Y a partir de ahí, hice un cambio y trabajé con más libertad. Es curioso, pero encontré lo que buscaba rompiendo mi vida.

Y, a partir de este libro que se titula “Els Nens del Mar”, que es de Jaume Escala, donde empecé a pintar a niños gitanos, mi evolución se notó en la ilustración pero empecé este camino paralelo con la pintura.

Yo soy una persona de… No me puedo dividir, es decir, si pinto, pinto y si dibujo, dibujo.

Pero cuando estoy haciendo un libro, no puedo pintar y cuando pinto, no puedo dibujar porque destino toda mi energía a lo que estoy haciendo.

Y, poco a poco, la pintura fue cogiendo mucha fuerza. Es un poco lo que comentaba antes, cuando pintas, sacas lo que desconoces de ti porque, en realidad, es muy impulsivo, no hay reflexión.

Yo veo a una criatura que me conmueve y la tengo que pintar.

Entonces, por ejemplo, mi ilustración de ahora es mucho más libre que antes porque la pintura me ha dado un trazo y una soltura que el papel no me brindaba.

Y aún así, el papel limita mucho por el tamaño que tiene.

Ahora mismo tengo que hacer un cartel y claro, tengo que hacerlo pequeño pero el trazo se me va un poco, ¿no?

La evolución ha sido muy… Como mi trabajo es como mi vida, en realidad, es algo que necesitas para vivir.

Porque no me imagino sin pintar o sin dibujar, no podría existir.

Mi evolución personal tiene mucho que ver con la evolución artística. Por ejemplo, estos niños que pinto y que salen a la calle, esta campaña que hacemos en WHY? es preguntarse ¿por qué el arte no puede estar en la calle? ¿por qué no puede mojarse una pintura? Que, además, simboliza mucho lo que pretende decir, que los derechos de los niños se borran, se pisan, se estropean.

El hecho de que estas piezas que pongo en la calle se desgarren también tiene mucho que ver con lo que pretende expresar y con mi evolución.

Hace 30 años, no habría podido hacer esto en absoluto.

En cuanto evolucionas, lo que pasa es que ya tienes una edad y un físico y hay momentos en los que piensas “tengo que parar”.

Cuando tienes 30 años, puedes pintar durante doce horas y no pasa nada pero ahora, a la que pinto cinco horas seguidas, termino muy cansada.

En el fondo, es la única limitación que tengo en este momento. Yo creo que soy mucho más creativa que años atrás. También tienes más cosas que explicar.

porque has vivido, ¿no?

La propia experiencia de la vida te capacita, si puedes, para expresarte de otra forma, desde el conocimiento y la experiencia.

Esto que pasa aquí, en España, hay una ley que dice que la gente que está jubilada no puede ganar más de lo que cobra por jubilación.

Quiere decir que quieren matarnos la creatividad cuando es el momento en que la gente está más capacitada para explicar cosas.

Y esto también es un conflicto que hay en este país, ¿no?

Los escritores no pueden escribir porque si no tienen que rechazar una cosa u otra.

Es el único país del mundo que está así, al menos, país civilizado, ¿no?

Es decir, la lucha debe continuar desde el mundo artístico también.

Es decir, para mí, el arte debe ser crítico, ha de ser algo que explique cosas y que haga que el resto nos sintamos reflejados o interrogados.

Para mí, el arte no debe ser puramente decorativo, para que quede bien.

Y creo que esta lucha que, en el fondo, debemos seguir para que nos respeten, sigue estando vigente aunque tengas 80 años. Es así. No los tengo aún, eh. Pero no me faltan muchos, no.

 

Naciste en una cultura que tenía unos roles muy estrictos hacia la mujer, con el asilo de tener trabajo y que se habla de cómo, tanto el gobierno como la iglesia, eran cómplices de esta situación. ¿Podrías decir algunas limitaciones que notases por ser mujer en época de Franco?

Por ejemplo, una característica de mi familia es que las mujeres nunca se llamaron “Señora de”, sino que seguían siendo María Vendrell o Esperança Tuos.

Es decir, como mujeres, ya iban con su postura de reivindicar una autonomía del marido. En Cataluña también hay el derecho catalán, que separa los bienes del hombre y la mujer desde siempre.

Yo, por ejemplo, como mujer, en mi profesión, no he tenido limitaciones porque como es una profesión poco remunerada, muchos hombres que se han dedicado a ser pintores no la han desempeñado. Por lo tanto, no había ningún tipo de discriminación en cuanto al sexo en la profesión de ilustrador.

Personalmente, no he vivido mucho la represión por ser mujer. Lo que sí que he notado, que he vivido en mi mundo, muy machista por las situaciones, pero no porque yo personalmente no haya vivido con mi familia. Y también he luchado, no tanto a nivel personal como colectivo, para que la mujer tuviera sus derechos.

Por ejemplo, durante la República, las mujeres ya pudieron votar en Cataluña y en España. Después eso se perdió porque ya no podía votar nadie, evidentemente, pero siempre, en los lugares de trabajo, la mujer no gana tanto como los hombres hoy en día.

Es decir, la mujer, aún y formar una parte muy importante en esta sociedad, o imprescindible, no se le valora como debería.

Y creo que muchas mujeres aquí han tenido que escribir bajo un pseudónimo porque la mujer no podía escribir a principios del siglo pasado.

Es decir, yo no lo he vivido tanto porque creo que la república hizo una cantidad de trabajo en este sentido que prevaleció bastante, sobre todo aquí.

De todas formas, creo que todavía hay diferencias entre el hombre y la mujer en este sentido, de que el hombre cobre más que la mujer por el mismo trabajo ya lo dice todo.

Ha hablado de historias de su familia, anécdotas de la inmigración a Cuba y la del campo a la ciudad. ¿Hay alguna anécdota de la Guerra Civil, de los bombardeos, por ejemplo, de las huelgas generales de la lucha obrera que estén relacionadas con su familia?

Por ejemplo, mi familia, Mi madre, mi abuela y mi tía fueron a prisión porque una vecina les denunció porque tenían un monje de Montserrat escondido en casa.

La señora que después vivió toda la vida en la calle de enfrente las denunció y las metió en la cárcel. Entonces, hubo un juicio y parece que, además, mi madre se contagió de tuberculosis allí.

Hubo un juicio y una persona del barrio que era del bando de los rojos, los que se llamaban rojos, los republicanos, abogó a favor de ellas y no las mataron pero todo esto fue por una vecina de delante.

Ese es el horror de las guerras. Por ejemplo, mi padre se salvó de ser fusilado, le iban a fusilar en la Rebassada, en las montañas de Collcerola, allí llevaban a la gente a fusilarlos. Cuando se lo llevaron a él, mi familia fue a avisar a la comadrona del barrio, ¿sabes quién es la comadrona, no? La que da a luz, quien ayuda a parir.

Y ella, que era una mujer con todas las de la ley, se fue al barrio donde estaban quienes se habían llevado a mi padre, allí en las casas baratas de Horta, y les dijo: “Si matáis a Ferran”, así se llamaba mi padre, “vuestras mujeres parirán solas”.

Y a ella le salvó porque ya se lo habían llevado. Quiero decir, fíjate, solo mi familia y la de cosas que hay… ¿no?

Y después de la guerra, uno del barrio de toda la vida que había ido al colegio con mi padre, si veía que alguien no paraba a las doza a cantar el “Cara al sol”, le denunciaba.

Es decir, que la Guerra Civil fue tremenda porque era vecinos con vecinos, hermanos con hermanos; había hermanos de un lado y de otro de la guerra y es duro.

Pero, en cambio, mi suegro, por ejemplo, también se salvó de ser fusilado por cómo se llamaba, por su apellido. Dijeron “Este se llama Espluga, fuera”. Pero también estaba en la pared.

Es decir, es terrible. Piensa que estas personas también quedan traumatizadas porque han matado a los otros y a ellos no, es duro que te salven de ser fusilado cuando ves que todos los demás se mueren.

Y él era uno que estaba al frente y en cuanto estaba en un bando como en otro y les ganaban, luchaba con estos. Es decir, hay historias de la guerra que todavía no se han explicado y que todo el mundo las ha vivido.

Todavía hay fosas comunes que no se han exhumado y la gente no ha podido recuperar a los suyos.

Quiero decir que hay muchas historias de estas.

Este monje, es algo que no entiendo. ¿Por qué estaba mal visto que tuviesen…?

Porque los curas y los monjes estaban perseguidos por los rojos, los de la FAI y la CNT, esta gente, ¿no?

Y entonces, se tenían que esconder y lo hicieron en casa de mi madre.

Y esta mujer, cuando lo supo, les denunció y les llevaron a todos a prisión.

¿Y esto en el lado de las izquierdas?

Bueno, estos eran extremistas de la izquierda, que claro, solo porque tú eres católico, ya está, te tenían que matar, cuando tú eres una bellísima persona que ayudaba a los demás y trabajaba por los demás, pero bueno.

Son estas locuras que bueno. Es la gente sin cultura de ambos lados quien hizo esto, se dejan llevar por no sé qué.

El fanatismo, que es malo en todos lados. Es lo que hace que la gente no tenga ideas propias, cogen la idea que les meten en la cabeza y es la que usan, ¿no?

Entre tus colegas, amigos de redacción, tu círculo, ¿qué pensábais de Franco, personalmente?

Hombre, nosotros no le soportábamos.

Estábamos totalmente en contra porque este señor, de él y de toda su camarilla porque él solo no hubiese podido hacer nada. Es decir, era el núcleo de poder que claro, este se alzó contra la República, que lo haría mejor o peor, porque también hicieron muchas tonterías, pero era el gobierno escogido por el pueblo.

Él fue a imponer sus criterios y todo el mundo debía ser como él creía y sino…

Nosotros luchábamos contra esto.

Dius que malgrat les prohibicions vas parlar català a escola però no te l’ensenyaven. Com era aquesta situació?

Era una situació realment d’opressió, naturalment, perquè quan tu el teu idioma és un i no el pots parlar, no el pots aprendre, realment escriure ni llegir.

Es una vulneració dels drets de les persones, perquè pels pobles ens expliquem en allò que és la nostra cultura, la nostra veu.

Jo vaig tenir la sort de que anava a un col·legi de monjes, però la directora era una dona que havia estudiat el mètode Decroly i era una persona molt…

I a nosaltres mai vam sentir massa aquesta opressió.

Només la última classe que vaig anar, que aquella monja era tremenda, però les altres eren persones que inclús ens parlaven en català a nosaltres i parlaven en català perquè eren catalanes.

Inclús aquesta senyora que es deia Ramona, ‘la madre Ramona’, ens va ensenyar una època en català.

Ens ensenyava inclús, recordo els primers escrits, els dictats que ens feia.

El que passa que després es veu que li van cridar l’atenció i va haver de deixar-ho.

Però no he estat en una escola d’aquelles franquistes horroroses, jo ho vaig viure més o menys una mica amb llibertat en aquest sentit, perquè ningú ens deia que parlessim en castellà a l’escola.

Ara, per el carrer i coses aquestes havies de vigilar una mica segons com.

Erem petits, tampoc, els grans tenien més problemes que nosaltres.

Els grans si que… doncs hi havia gent que els denunciava, era una época, els primers anys de la meva vida, realment dificl per la gent que havia viscut la guerra i que l’havia perdut sobretot.

Els que l’havien guanyat estaven millor, però els altres no.

A casa dels pares sempre devien parlar català?

Havien potenciat la cultura, que feien en aquest cas?

Sí, a casa teniem llibres en català, llegiem, al barri hi havia un senyor que els diumenges es posava a la porta de l’església amb una maleta a vendre llibres en català, contes per nens, i la gent els hi comprava.

O sigui jo, a casa, hi ha hagut llibres en català, hem llegit, i sobre tot, sobre tot, aquesta… a mí m’ha educat molt el teatre,

Perquè a casa feiem teatre, els oncles feien teatre, tota la meva familia participava d’aquest centre on hi havia, on es feia…

Al meu barri hi havia molt teatre, hi havien cinc teatres i tothom feia teatre.

O sigui el teatre ha sigut l’educació realment cultural que jo he tingut, inclús es nota en els meus dibuixos, que hi ha una visió des de una platea de teatre amb els telons a l’italiana.

Es nota en els meus dibuixos inclús, es pot observar com el teatre m’ha influit a mi

O sigui, culturalment no he patit tampoc una repressió perquè a casa meva la meva familia era gent amb cultura, el meu pare ens va ensenyar a escriure en català, ens va…

La meva mare, com que estava malalta, doncs era diferent, no ens podia acompanyar enlloc, no?

Però si que hem tingut una educació i una educació en cultura, sobre tot.

La cultura sempre ha format part de la meva vida, desde petita.

Aquest circle teatral era amateur, eren professionals de la teva familia?

En aquella época era amateur però en feiem uns espectacles que venia gent de molts llocs a veure’ls perque era una companyia molt bona.

Després vam fer un grup que es deia grup d’estudis teatrals d’Horta, que vam viatjar, vam anar a Madrid.

Jo he fet teatre al teatre de la Zarzuela de Madrid, aquí a Barcelona al Romea, en altres llocs…

Vull dir que era amateur pero no ho era, jo vaig estar a la fundació El Teatre Lliure i en allà és on vaig haver de decidir, perquè molta gent del Teatre Lliure havia treballat amb nosaltres, vaig haver de decidir si feia teatre o seguía ja dibuixant, que ja tenia una mica la meva carrera començada.

Va ser molt difícil per mi decidir-ho però crec que amb els llibres i amb la pintura he pogut expressar més coses de les que jo tenia per dir que no pas hagués pogut fer amb el teatre.

Tot i que el teatre es molt més lúdic, també és de grup, també treballes amb gent, que en canvi l’altre és una feina en solitari, tant la il·lustració com la pintura

Se habla de que el conflicto real era más bien entre la burguesía y la clase obrera, históricamente, lo que hay detrás del Carlismo, monarquía, Franquismo, no sé que piensa sobre esto, ya sé que no es mucho de política, pero…

No, no es que no sea de política, es que no sé mucho de eso.

Pero no puede no ser de política, porque al final, lo vives.

Yo pienso que es bastante eso, yo pienso que se les escapaba el poder un poco porque la República hizo escuelas para todos, escuelas que hacían pensar a los niños.

Es decir, no eran escuelas de información únicamente como las que hizo después Franco, y cuando la gente tiene cultura, tiene la capacidad de rebelarse.

Más que si no tienes.

Y, probablemente, sea algo que sigue siendo así. Lo que pasa es que la gente ahora ha perdido el sentido de clase, como todo el mundo tiene coche, todo el mundo tiene teléfono…

El sentido de clase que hacía que la gente se juntara para luchar porque era…

Yo pienso que sí que es en bastante medida debido a eso, pienso que sí.

¿Cuál fue tu reacción y la de los tuyos cuando Franco murió?

Bueno, pusimos una botella de “champagne”, como se llamaba en ese momento, en la nevera.

Nos juntamos todos para celebrarlo porque fue fantástico que se muriera.

La lástima fue que no muriese de otra forma, debería haber muerto antes.

Pero fue una fiesta, sí, sí.

Y los cambios a la transición, ¿cómo los llevábais? ¿cómo lo veíais? Porque, además, ocurrió siendo mayor, lo tendrás muy reciente.

Yo creo que mi generación, aquí y a nivel mundial, vivimos una época fantástica, parecía que todo el mundo tenía que cambiar, parecía que todo iba en dirección correcta para que la humanidad fuese más feliz.

Y eso nos lo creíamos.

Y esto con la música, la de esa época, todo iba dirigido a esta esperanza.

Claro, después todo eso se acabó porque era importante que terminase, por esto que decíamos.

Cada vez, los tentáculos del poder son más universales y asfixiaron la esperanza de la gente.

Pero Nosotros vivimos la época de la transición con mucha esperanza.

Pensando que realmente habría un cambio y se notó al principio.

Yo pienso que una figura, quizás me contradigan, pero a la que todavía valoro, como fue Adolfo Suárez, creo que fue un hombre que dejó sus creencias a un lado y trabajó para el país.

Para mí, ha sido el político más relevante de todos.

Hubo una época en la que se hacía una televisión para niños fantástica, los programas de televisión tenían un sentido cultural. Es decir, durante los primeros ocho años, parecía que las cosas iban hacia lo que la gente deseaba.

Pero ya vino el segundo de Felipe González y se cargaron la buena televisión para los niños porque hacía pensar y empezaron a traicionar al espíritu que ellos mismos habían predicado.

Y pienso que a partir de aquí, todo decayó. Parece que haya muchas libertades y que se hayan ganado muchas cosas y que “España va bien”, pero realmente, siguen mandando los mismos y siguen robando los mismos.

Y lo peor es que la gente ahora no tiene capacidad de reacción.

Yo no sé cómo crecerán los niños pero es una de las cosas que la gente de mi generación se ha tenido que comer, esto de pensar que cambiaríamos el mundo y que no hemos podido conseguir.

Y no solo aquí, yo creo que la situación mundial tampoco es muy esperanzadora aunque hay mucha gente que no se ve, que trabaja para el bien de los demás y para la sociedad realmente desde abajo.

Y esto tampoco conviene que se sepa mucho pero, realmente, el mundo funciona por la voluntad de la gente, no por como está organizado.

Y esto sí que es la esperanza, el hecho de que la gente colabora con cosas, ayuda y es consciente de que se vive en sociedad.

Pero, en un sentido político, no estoy contenta. Creo que se ha ido hacia atrás.

¿Cuál fue tu reacción a los cambios de la consticución cuando llegó? Quizás el día de la constitución, a parte del puente, que está muy bien, un día que recuerdes por haberlo vivido porque para mí, es un fin de semana largo de muchas vacaciones y poco más.

Yo recuerdo el día que votamos la constitución. Además, murió una tía mía, la señora que había hecho posible que mis tíos y mi madre tuviesen una carrera.

La constitución también era una esperanza. Algo que estuvo muy consensuada para poder tirar adelante un proyecto de democracia.

Lo que pasa es que se quedó anclado allí.

Y aquí, en Cataluña, hicimos otro, conseguimos un estatut. Después, hicimos otro que España echó para atrás y, a partir de ahí, es cuando el conflicto más grave empezó, porque ya no…

La voluntad de la gente que votó a favor no se respetó.

Por lo tanto, esta constitución

solo puede tocarse cuando a ellos les interesa, porque cuando lo necesitan, cambian los artículos sin necesidad de celebrar ningún referendum, así que entonces fue obsoleta y lo sigue siendo ahora, no es válido.

España ha cambiado y la gente ha cambiado, al igual que la situación política.

Por lo tanto, yo ya no creo que sea una constitución que nos ampare, sino que nos vuelve a callar.

Hemos hablado un poco, con la anécdota del cura de Montserrat, sobre religión. Se ve cómo la ciudad tiene una relación turbulenta con la iglesia católica. A parte de este, ¿quieres hablar de conflictos con la religión que haya tenido tu familia?

En mi familia no, porque más bien, como les gustaba y creían en ello, no lo vivieron de forma conflictiva, solo durante esta época de la guerra.

Con lo que sí que hemos tenido más conflictos nosotros mismos, los de la segunda generación, con que preguntábamos cosas y ya no nos servía el “porque lo digo yo” y hemos sido quienes rompimos con lo doctrinario.

La religión ahogaba en lugar de ser algo que nos ayudase a vivir por nosotros mismos.

Pero no ha habido conflictos porque quien no ha querido ir, no ha ido, quien no ha querido participar, no lo ha hecho, y el que sí, sí.

No hemos vivido eso como… No en mi casa.

¿Qué fue lo que te empujó hacia las artes cuando hubo este conflicto entre el teatro y las artes?

Hice una reflexión que me hace reír un poco. Tenía a mis hijas pequeñas, yo tengo dos hijas, tenían cuatro o dos años y primero, yo ya tenía unos cuantos libros hechos y ya tenía una carrera empezada profesionalmente.

Y después, pensé “si hago teatro, me separaré, tendré problemas con la familia”. De hecho, ya los tenía y al final, terminé separándome.

Pero fue una de las cosas que me ligó, el hecho de pensar “romperé mi vida, no puede ser”.

También, yo creo que, interiormente, estaba el punto de que con el arte plástico he podido expresar mejor el mundo que yo llevaba dentro, que quizás con el teatro no hubiese podido hacerlo.

Estoy contenta del trabajo que he hecho porque me doy cuenta, por el feedback que tienes con la gente, los niños que ahora son jóvenes o que son mayores y ya tienen hijos, cómo te devuelve esta magia de los libros, de ver que lo que has hecho tiene sentido. Es bonito.

¿Cómo ves el apoyo al arte de la escuela pública, en especial en primaria y en educación secundaria? ¿Cómo ves que se enseña el arte?

No se enseña.

Es inexistente. Es decir, cuando funciona es porque hay maestros que tienen la vocación de que el arte forme parte.

Y hay escuelas extraordinarias.

Yo he ido a escuelas donde se hace un trabajo plástico fantástico.

Pero siempre son los maestros, no porque desde los estamentos se considere al arte como importante en la educación de los niños.

De hecho, muchas veces se saca la asignatura y no hay personas especializadas, un maestro no tiene porqué saber dibujar.

Ahora, sí que puede saber transmitir pero no tiene porqué hacerlo él.

Pero, realmente, no se le da el valor que merece porque los niños pueden sacar muchas cosas a partir de la expresión plástica.

Es decir, pueden desarrollar mucho de ellos mismos y expresarse.

Si esto no está o existe de una forma lateral, digamos, de que se hace porque se tiene que hacer, no tiene sentido.

Tiene sentido cuando forma parte de la educación de la escuela.

El año pasado, fui a una escuela donde hicieron un trabajo a partir de una imagen WHY, trabajaron todo el tema de los refugiados, de la guerra, de los derechos de los niños, desde niños de P3 hasta los que ya salían para ir al instituto.

Lo trabajaron de una forma plástica extraordinaria.

Una escuela de un pueblo que se llama L’Estrell.

Una escuela pública, ¿eh?

Es decir, que es un modelo de cómo el arte puede ayudar a hacer entender a los niños las cosas que pasan.

 

¿Crees que tu arte se vio afectado por la represión cultural de la época de Franco o qué ha cambiado desde antes y después de este evento?

Pienso que la represión franquista no me afectó en el sentido artístico porque, en la escuela, dibujábamos copiando, como hacen aún en muchas escuelas.

Yo en casa sí que dibujaba, después, no tengo la consciencia de que me afectase la represión porque después, a los quince años, fui a la Escuela Massana y allí estudiábamos dibujo, pintura… Es decir, no había una prohibición de todo eso y pude aprenderlo y desarrollarlo sin ningún conflicto.

Ahora, así como el arte plástico no ha sufrido esta represión, sí que ha ocurrido con la música, con la gente que ha utilizado las palabras.

En este caso sí que han sufrido represión, sí.

Cuando pasaron la ley de amnistía, ¿cuál fue tu reacción? ¿Fue algo que discutieras con tus colegas, compañeros?

La amnistía fue una demanda por la que batallamos mucho.

“Libertad, amnistía y estatuto de autonomía”, este era el eslógan repetido en las manifestaciones.

La amnistía era necesaria para empezar de nuevo, sino había amnistía, quería decir que nada había cambiado porque muchos presos estaban en la cárcelo por temas políticos, no porque fuesen ni ladrones ni asesinos.

Y, por lo tanto, nosotros, como jóvenes, luchamos para que esto fuera realidad.

Tardó un poco en ser realidad, pero al final lo conseguimos.

¿Cuál fue tu reacció cuando ocurrió el golpe de estado de 1981? Bueno, el intento de golpe de estado.

El intento de golpe de estado, de hecho, fue un golpe pero duró poco tiempo.

 

El intento de golpe de estado de 1981 fue algo que nos afectó mucho porque todos recordamos el lugar en el que estábamos en el momento en que lo supimos.

Recuerdo que había ido a por leche a un sitio donde la vendían fresca y ese señor me lo digo “¿No sabes qué ha pasado?” Y no lo sabía.

Y nos devolvieron el miedo de perder todo lo que se había conseguido con tanto esfuerzo.

Por suerte, duró poco pero sirvió para ir un poco atrás.

Se aprovechó.

Por ejemplo, en Cataluña, se vio mucho en todos los jóvenes que cantaban en catalán, que ya tenían un espacio en la sociedad, que habían cantado mucho y ya formaban parte, les cortaron las ayudas, todo esto viene de ahí.

Algó pasó en ese intento de golpe de estado que hizo que algo se detuviese.

¿Cuál es la perspectiva del punto más militarizado del nacionalismo de ETA desde el nacionalismo catalán?

Es una cuestión de identidad como pueblo.

Hace mucho tiempo, tuvimos un ejército que eran los almogávares e hicieron mucho daño y fueron muy guerreros. Eran mercenarios que actuaban para el gobierno de aquí.

Fueron muy sanguinarios y todavía no sé si es en Turquía donde dicen “ve, que vendrán los catalanes”. O sea, durante una época fuimos…

No la gente, sino los gobiernos que había, que eran conteos. Estaba organizado de otra forma.

Pero generalmente, el pueblo catalán es un pueblo pacífico, es dialogante y además, de negocio, más que de lucha armada.

Cuando éramos jóvenes, nosotros admirábamos que hubiese un grupo armado en el País Vasco y que había muchas muertes y asesinatos que no entendíamos, otros, sí.

Pero nunca hemos entendido la lucha como una lucha en la que tengas que matar para poder conseguir lo que se quiere.

Lo que hay aquí es una sociedad civil que creo que es muy importante, que tiene mucho pensamiento y que está comprometida con un proceso de una Cataluña independiente.

Pero que es pacífica, las manifestaciones de millones de personas en la calle, que no pasa nada, ningún incidente cuando la gente se manifiesta de forma lúdica yo creo que es una muestra de cómo es nuestro pueblo, no es un pueblo guerrero, es un pueblo que lucha de forma pacífica.

Y la perspectiva de ETA después de los ataques que hubo en Barcelona, como el de 1987 y los coches bomba, ¿cómo cambió todo eso?

Es lo que te decía, había cosas de ETA que nosotros entendíamos y otras que no y que nunca hemos compartido, ¿no?

Lo que pasa es que en el hecho del Hipercor, parece que ETA avisó para que sacasen a la gente y se decidió que no para no alarmar.

Ellos avisaban. Esto no justifica nada pero sí que también dice algo, no todo era que pusiesen una bomba y fuesen allí con toda la gente, sino que avisaron, “que hay una bomba, que hay una bomba, que hay una bomba”.

Yo nunca he compartido esto… Nosotros, mis amigos y la gente con la que hemos hablado coinciden en que no se puede aprobar. Hay mucho sufrimiento detrás de todo esto.

Además, hay una cosa, en el País Vasco tienen un concierto económico mucho mejor que el nuestro. Aquí también hay algunos dirigentes que lo negociaron en el momento del estatut, podrían haber conseguido un trato mejor, lo que pasa es que hay tantas cosas.

Concretamente, yo, por ejemplo, ese día tenía que ir a comprar al Hipercor porque yo iba un día a la semana o cada quince días con el coche a comprar allí para cargar y me dio pereza pero yo tenía que estar en ese momento. Quiero decir que nos podría haber pasado esto a cualquiera de nosotros.

Yo creo que las bombas no resuelven nada.

En tu arte alguna vez incluyes nada de la historia catalana, de identidades, de política?

No, más bien lo que hago es trabajar los sentimientos sobre una época, en otra, los temas sociales. Creo que nunca he hecho nada de política.

Es decir, han habido temas populares, todo lo que es historia, cultura, pero no…

Yo, por ejemplo, el tema del nacionalismo catalán no me gusta nada porque, en realidad, no creo que sea una cuestión de nacionalismo.

Había hecho acciones políticas en la calle, por ejemplo, en la época de Franco, pinté un mural en la calle, en mi barrio, de no sé cuántos metros para protestar por lo de la amnistía, justamente.

Es decir, esto sí que lo he hecho durante una época y milité en el PSUC, yo era una persona que quería mejorar la sociedad.

Pero cuando he firmado mi obra, políticamente, no… Pero bueno, sí que hay un pensamiento social detrás que es lo que creo que soy.

Si otros a mi alrededor no están bien, yo no puedo estar bien. No entiendo cómo se puede tener una empresa y pagar a la gente de una forma que no pueda vivir dignamente, no lo entiendo, no entiendo cómo se puede tener esta mentalidad, no la puedo entender.

Creo que las personas que actúan así son muy involucionadas, no han evolucionado.

Pues si no es político, háblanos un poco de tu arte. De los medios que utilizas, los temas que te gusta trabajar, y quizás un poco sobre el WHY? también.

Normalmente, yo he tocado todas las técnicas, ¿no?

Cuando he hecho libros, he utilizado la técnica que me ha parecido que expresaba mejor aquello que quería expresar, técnicas más refinadas, técnicas más bruscas, que me ayudasen a trabajar en la línea de lo que estaba interpretando.

Lo hacía visible, como me dijo García Marquez, cuyos libros ilustré.

Me dedicó uno de los libros que le había ilustrado diciendo “He escrito para que Carmen lo hiciera ver”.

Hacer ver es lo que hacemos los ilustradores, ¿no?

Hacía visible aquello que estaba escrito o aquello que no estaba escrito.

Normalmente, cuando ilustras, interpretas. No dibujas lo que dice el texto, sino que lo haces a tu manera y añades cosas.

Yo creo que he utilizado todas las técnicas posibles haciéndolo a mi manera.

Un buen acuarelista, si ve cómo utilizo la acuarela, seguramente, diría que no sé porque trabajo de otra forma, no hago eso de ir añadiendo un color encima de otro, yo pinto directamente.

Y con la pintura he trabajado mucho el aceite has que, una vez, me intoxiqué cuando hice una obra muy grande; ahora, si no trabajo con máscara, no puedo pintar con aceite.

Entonces, trabajé con acrílico y quizás no consigues lo mismo pero consigues expresar lo que quieres con acrílico, no tiene este problema.

Y son las dos técnicas. También he hecho escultura, moldeo el barro y después lo cuezo y lo hago bronce, o lo que sea.

Pero no soy de enganchar, de estos artistas que ponen mucho material; a mí me gusta el trazo y me gusta la pintura.

Todo lo demás no me interesa mucho.

Y en el WHY? no utilizo una tela preparada, sino que, con poca ropa un poco gruesa que compro pinto directamente con acrílico, solo con un color, con el negro, pongo un poco de pigmento rojo porque a veces estalla y se ven un poco las manchas rojas.

Después lo barnizo y hago agujeros para que se pueda colgar en los balcones.

Y también me he dado cuenta de que los que trabajo con mucho material se desgarran más que los otros, los últimos vuelvo a hacerlos como los primeros, con poco material.

La tensión entre la tela y el material hace que se desgarren.

Pero es muy simple, es como un gran apunte de estos niños que quiero retratar.

Lo que sí que es muy interesante es ver, cuando hice una exposición en un pueblo que se llama Ripoll, donde toda la exposición era de niños de guerra, cómo la entendieron los niños pequeños de tres años.

Decían a sus padres que querían volver a ver a los niños tristes.

De lo que sí que me he dado cuenta es que tanto si pinto como si dibujo, tengo la capacidad o la suerte de llegar al público al que va destinado, que, en el fondo, es todo el público porque yo creo que, por ejemplo, un buen libro para niños tiene que gustar también a la gente mayor, sino, no vale.

Es decir, estos libros que son solo para que los niños se entretengan y los miras y dices “ostras, qué tontería”, no interesan.

Pero cuando haces algo para expresar cosas, llegas igual y esa es una sorpresa que tuve en este tema.

Lo que sí que también me gustaría explicar es que el WHY?, que ya hace casi tres años que estamos en esta campaña en la calle, la repercusión que va teniendo, es muy interesante cómo la gente se siente interpelada.

He tenido muchas experiencias de gente que, cuando sabe que soy yo… Primero porque se piensan que soy un hombre joven y grafitero, encima, quiero decir que eso es interesante.

Porque claro, dices, tienen una fuerza que quizás no parece que pueda tener una persona de setenta años, ¿no?

El feedback también ha sido muy importante en esta campaña, ves cómo la gente se siente tocada.

El hecho de que esté en la calle, que ya es un poco llevar el arte a la calle como hacen muchos que pintan las paredes, es un poco transgresor.

Pero por el hecho de que esté en los balcones piensan “¿Esto qué es?” Esa pregunta.

Pero en cambio, la gente, en general, se da cuenta de que es una denuncia, no es para que quede bonito.

Los balcones en los que se encuentran, ¿son de amigos, conocidos y tal o buscáis a gente a ver si les interesa? ¿Cómo escogéis los sitios?

Al principio, con el WHY?, buscamos a gente conocida que nos dejase sus balcones porque es algo que no se vende, yo estos cuadros los cedo.

Nos dejasen sus balcones para ponerlo y entonces, conocemos a mucha gente en Barcelona y…

Pero después ha sido gente que, a través de la web, o a través de amigos o lo que sea, se han puesto en contacto y nos han ofrecido sus balcones.

Y así ha ido creciendo. Primero lo buscamos pero después ya vino solo.

¿Qué piensas de la pasión, del objetivo de los artistas del trabajo artístico de Barcelona? ¿Cómo se ha visto afectado entre la represión del Franquismo y la evolución hasta ahora? ¿Cómo ha evolucionado el arte desde entonces?

Yo creo que el arte ha evolucionado un poco de la misma forma que evoluciona en otros sitios, no creo que sea diferente en este momento.

Se hacen muchas cosas, el tema es que lleguen a poderse enseñar.

Porque yo, por ejemplo, en Barcelona, no he mostrado mis obras en ninguna galería. Todavía.

Bueno, hace muchos años hice una exposición en una galería muy pequeña y hace otros años también en una galería que después cerró.

Pero con un galerista, eso… No he estado.

Es decir, como yo, mucha gente que trabaja y son buenos artistas que no consiguen llegar.

Yo creo que, en el fondo, en la época Franquista, había poca gente que pintase y había pintores muy buenos pero era algo que no molestaba, digamos.

La gente podía pintar y podía haber exposiciones de arte en grandes galerías.

Pero, en cambio, según qué temas tampoco se podían tocar. El Guernica de Picasso no pudo entrar hasta que no hubo democracia, por ejemplo.

Un cuadro que, directamente, era… Los otros, que eran más surrealistas, quizás podían expresar cosas pero como no se entendían, se podía hacer.

Yo creo que en el arte, en el fondo, la dificultad de poderlo… El arte en sí, el hecho creativo es enriquecedor para quien lo hace pero si eso no llega a nadie, es muy frustrante porque tú lo haces para enseñarlo, para compartirlo, para que sea visto.

Entonces, yo creo que no está ni mejor ni peor que en otros sitios, lo que sí que quizás no hay muchos lugares donde poderlo mostrar.

Que no sea en la calle.

El modernismo catalán es, sobre todo, conocido por la arquitectura pero en cuanto a la pintura y la ilustración, ¿crees que es un estilo que todavía perdura?

El modernismo catalán sí que todavía perdura en algunos sectores.

Por ejemplo, en la ilustración, hay toda una corriente de ilustradores que beben de esa fuente, de los primeros, de los ilustradores de finales del siglo 19, principios del 20.

Se nota que hay una conexión.

En la arquitectura, yo creo que no, aunque hay muy buenos arquitectos pero aquello es irrepetible.

Porque ya no hay artesanos ni dinero ni es el momento. Yo creo que ahora la arquitectura va hacia otro lado.

Aunque para mí es un arte muy importante porque lo sufre o lo disfruta todo el mundo. Es decir, al ser algo que es público, digamos, es una de las artes más importantes, en realidad.

Y después, en las otras…

En la época modernista, también había muy buenos pintores que estaban anclados dentro del movimiento que había en la época.

Y escultores, aquí tenemos a Joan Llimona que fue un escultor extraordinario, entre muchos otros.

Pero para mí, él tiene unas obras que son de una fuerza brutal.

Siempre ha habido muy buenos artistas, estaba el pintor Casas, o Lluïsa Vidal, Rossinyol, que hacía unos jardines espléndidos.

Siempre ha habido buenos pintores, lo que pasa es que, por ejemplo, hay toda una generación de pintores que aquí, en Cataluña, no tienen museos donde ser mostrados.

Porque está el Almanac y el MACBA. El MACBA es instalaciones, cosas modernas no… Bueno, está bien, y después todo lo antiguo que está en Montjuïc.

Pero toda una gama de pintores que hay, que soy muy buenos, no tienen lugar ni un museo que los recoja.

Y esto es, por ejemplo, una de las cosas que decía antes, la falta de infraestructuras.

Por ejemplo, Cataluña, que tiene esta gran tradición de ilustración desde el siglo 19, no tiene un museo de la ilustración, por ejemplo.

Claro, eso sería algo que podría atraer a mucha gente, sería un servicio para la gente de aquí y sería una atracción para la gente de fuera porque la ilustración gusta mucho a la gente.

Yo hice una exposición en 2001 muy completa de mi obra que fue muy visitada y la gente disfrutaba mirando los dibujos porque la gente se reconoce mucho en la ilustración.

Ha sido un poco, no sé si he respondido la pregunta.

¿Y otros movimientos artísticos que veas que hayan influenciado al arte catalán y a sus artistas?

Sí, ha habido movimientos artísticos. Yo creo que en la época del cubismo, todos estos han vivido desde París quizás, que era el centro donde confluía gente de todas partes.

No todos eran franceses, precisamente, quienes hicieron estos movimientos, ¿no?

Yo creo que el arte, como todo, ha sido algo que ha tenido influencias de aquí y de allá.

El arte africano, por ejemplo, ha influido a muchos grandes pintores, entre ellos, a Picasso.

Que es lo que él decía, todos tenemos un padre y una madre, lo que hay que ser es uno mismo.

Tenía la capacidad de traspasar a otro sitio todo lo que te influye.

Por ejemplo, a mí me han gustado mucho los ilustradores anglosajones, los ingleses, Étienne Delessert, que es un suizo, que son gente que renovó mucho la ilustración en los años sesenta.

Claro, todos hemos estado influidos y creo que lo que tiene el arte es esto que llamamos modas.

Quizás son modas o quizás necesidades que lleva a la época a expresarse de un modo u otro.

Claro, con la llegada de la fotografía, el arte tuvo que cambiar.

Después, todo lo realista que se hacía era malo, entonces, todo tenía que ser tan intelectual que nadie lo entiende, o que lo entienden ellos y lo otro te gusta o no te gusta.

Con las instalaciones, los vídeos, todo eso, que viene con la época y con los elementos que la sociedad ha ido incorporando, las tecnologías.

Y después, los francotiradores que van pintando, como Barceló, que está más allá de las modas, digamos, él pinta lo suyo.

Que yo creo que es lo que un artista debe hacer, pintar o hacer lo que lleve dentro, ya sea transgresor o no. Por ejemplo, vi una exposición en el museo Picasso que era “Picasso y su tiempo”, la influencia de Picasso en otros artistas.

Pero también la influencia que había sobre él en el arte de África. Por eso había unas máscaras de unos africanos de Benín, el nombre de los escultores no los recuerdo pero estaban hechas con trozos de bidones, con baterías de coche.

Todo lo que se tira allí no lo recuperan y lo convierten en unas esculturas totalmente arraigadas a su historia pero de actualidad y eran brutales, muy buenas. Impresionantes.

Yo creo que el arte tiene eso, acoge unas cosas para crear otras; esa es la parte buena.

¿Cómo ha cambiado la percepción de la vida cotidiana y artística de la ciudad a partir de las Olimpiadas?

Las Olimpiadas fueron un cambio extraordinario en la ciudad. Al principio, nosotros éramos muy escépticos porque destruía cosas que considerabamos que eran importantes.

Yo creo que Pascual Maragall, que fue el mejor alcalde que hemos tenido y una persona con una visión de futuro y muy amplia de las cosas, muy culta.

Su abuelo era el gran poeta Joan Maragall.

Él soñó con esta ciudad, no sé si como es ahora.

Porque la ciudad ha cambiado para bien, se abrió al mar, se ensanchó, creció de una forma muy bien planeada.

Y, por ejemplo, una de las cosas que tenían las Olimpiadas es que todas las instalaciones que se hicieron, después también sirvieron, no se hizo algo que no sirviese para otra cosa después.

Por primera vez, las Olimpiadas contaron con voluntariado, que hizo que funcionasen tan bien.

A partir de aquí, otros lugares también han utilizado el voluntariado pero Barcelona fue la primera en hacer este sistema para que funcionase.

Como decía antes, la gente aquí colabora con las cosas.

Fue un momento en que parecía que Barcelona también debía crecer y abrirse todavía más.

Eso con el tiempo. Ahora ha crecido de una forma que no nos gusta demasiado a los que vivimos aquí porque la comida, todo es lo mismo, todo se repite, las tiendas son de souvenirs espantosos y que no tienen nada que ver con esto.

Se ha ido un poco de las manos lo que se ofrece al turismo, más que el turismo en sí.

Pienso que las Olimpiadas fueron muy buenas, que dieron toda una proyección y que ahora es algo con lo que no sabemos muy bien qué hacer.

Nos está sobrepasando un poco porque todo lo que estaba planificado estaba muy bien pero después, lo que no estaba planificado es lo que ha complicado las cosas.

Vuelve a ser una ciudad cara, lo que provoca que la gente de los barrios se tenga que ir. Primero el Born, ahora es la zona del mercado de Sant Antoni.

Todo esto hace que Barcelona no deje de ser esta ciudad tan bonita que es ahora, tan acogedora.

Que tiene mucho que ofrecer.